
El final que todos conocíamos
Ya hemos visto esta película antes: Alguien tiene una gran idea, pero aparecen los peores defectos humanos – egolatría, mezquindad, corrupción – y los dinosaurios (o tiburones, o virus…) se escapan y muere mucha gente. Es lo que ha pasado esta semana en el Metro de Ciudad de México.
Como un poco de contexto para quienes no nos leen desde México, la Línea 12 o ‘Línea Dorada’ es una de las obras más importantes construidas en los últimos años en la capital. Inaugurada en 2012, conecta con otras 4 líneas de metro y representa un enorme ahorro en tiempo de desplazamiento para alrededor de 250.000 pasajeros diarios. Su colapso en la noche del lunes 3 de Mayo dejó más de 20 muertos y decenas de heridos.
Esta línea fue planeada como una de las grandes obras para conmemorar los 200 años del inicio de la independencia de México. El trazo original era subterráneo, pero debido a su menor costo se prefirió un trazo híbrido: Una tercera parte sería subterráneo, y el resto elevado. Originalmente cotizada en alrededor de 1,500 millones de dólares en 2008, fue entregada casi un año más tarde de lo previsto y con un sobrecoste importante.
Si bien los trazos híbridos no son inusuales en líneas de metro, los viaductos elevados no suelen ser recomendados en recorridos con múltiples curvas y desniveles ya que obligan a los trenes a reducir su velocidad y someten a la estructura a cargas importantes. Ahí empezarían los problemas. Luego, se toma la inexplicable decisión de emplear trenes con ruedas de metal, cuando en recorridos de ese tipo se recomienda emplear material rodante con neumáticos. En otras líneas de CDMX dicho sistema con ruedas de hule se ha empleado exitosamente por años.
Y en esos desajustes que en otras latitudes resultarían ridículos, a los pocos meses de inaugurada la línea se la tiene que clausurar debido a un ‘desgaste excesivo’ ocasionado por – no se me vaya a caer como Condorito – ‘la incompatibilidad del material rodante con los rieles’. En otras palabras, los trenes adquiridos no eran compatibles con las vías instaladas. Reparar este entuerto costó cientos de millones de pesos, ocasionó un incremento de más de 100 millones de dólares en los costos anuales de mantenimiento y, lo más importante, mantuvo cerrada la mayor parte de la línea durante más de un año. El entonces director del Sistema de Transporte Colectivo (STC), Jorge Gaviño, reconoció que la línea había «nacido con problemas endémicos’.
Marcelo Ebrard, quien fuera alcalde de Ciudad de México durante la construcción de de la Línea, es duramente criticado e investigado y deja el país para un exilio en Francia. Sólo regresaría para coordinar la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador y convertirse luego en el actual Canciller de la República.
El terremoto de 2017 daña de forma importante varias estructuras del viaducto de la línea 12, como se puede ver en este video de Televisa. Si bien el tramo colapsado esta semana no es uno de los afectados en esa ocasión, el que una obra tan nueva resultara dañada era motivo de preocupación.
Pero la importancia de la Línea Dorada era tal, que se tomó la decisión de mantenerla en operación a pesar que los pasajeros habituales ya estaban acostumbrados a los traqueteos y ondulaciones del recorrido. Eso terminó el lunes. Con la caída del viaducto, se desplomó también la confianza de los usuarios del sistema. Y lo más cruel es que, a pesar de ya no confiar en la seguridad del metro, los usuarios se ven obligados a seguirlo usando al no existir alternativas viables.
Volver a poner en operación la línea 12 es un enorme problema tanto económico como técnico como de percepción. Es probable que ni siquiera valga la pena y proceda su demolición ya que ¿Quién en su sano juicio volvería a utilizarla?
Aunque caigan cabezas – lo que por ahora se ve bastante improbable – , el daño ya está hecho.